domingo, 1 de marzo de 2009

PROLOGO

Prologo de la tercera edicion de "Los protocolos de los sabios de Sion" de 1936
*
Ya algunos años atras nos decían los rusos que los artículos que aparecieron en nuestro periódico "Auf Vorposten" ("En el Puesto Avanzado"), sobre la relación entre el judaísmo y la masonería, debían complementarse con los "Informes de las Sesiones de los Sabios de Sión", los que se conocen desde más de una docena años en los círculos de iniciación. Pero nadie nos había podido conseguir este libro; siempre recibíamos la respuesta que las distintas ediciones ya se habían agotado.

Recién en otoño de 1918 nos trajo de Moscú un ruso-alemán, casualmente, los deseados Informes; al mismo tiempo recibimos de otras dos partes los mismos escritos de otras ediciones. El cotejo mostró que el contenido de estos tres libros concordaba uno con el otro a pesar de que a primera vista parecía que existía una gran diferencia. Esto es, que las ediciones se diferencian por el distinto orden de su contenido. Se trata de 24 informes de sesión, donde se dilucidan los más variados problemas de derechos legales. Los autores de las ediciones posteriores colocaron los distintos informes de tal manera, que cada párrafo trate sólo uno o dos objetos. Nosotros hemos usado la traducción de Sergey Nilus, la que corresponde a la copia en francés.

Los "Informes de las Sesiones de los Sabios de Sión" tienen relación con el movimiento sionista. El Dr. Theodor Herzl, que hasta entonces era poco conocido en el mundo no judío, publicó en la primavera de 1896 en Viena, por intermedio de la librería Breitstein, un escrito intitulado "Der Judenstaat" ("El Estado Judío"), en la que aparentemente se hacía un ensayo para resolver el problema judío. Herzl pidió en aquel tiempo que se fundara en Palestina o Argentina un Estado judío, para darles la posibilidad de ejercer sus actividades nacionales a aquellos judíos que no se quieren asimilar a los pueblos donde se encuentran albergados. El pidió ya en ese tiempo el trabajo de 7 horas. "El día de siete horas lo adoptamos como un llamado mundial de reunión para nuestra gente, la que tendrá que acercarse, pues, libremente. ¡Tiene que ser verdaderamente la tierra prometida!". Probablemente estaba en aquel tiempo en la imaginación de Herzl el día de trabajo para el mundo. Herzl escribió que los judíos tenían ciertos defectos que alimentaban al antisemitismo propagado; él reconocía el peligro para su pueblo, el que consistía, por una parte, en que los judíos son sub.-oficiales de todos los partidos revolucionarios y, por otra, que constituyen el formidable poder internacional del dinero. Los judíos no pueden asimilarse dentro de otras naciones, aunque se separen algunos de sus miembros del grueso de su pueblo.
Ciertamente ha demostrado el judaísmo, no sólo desde nuestro tiempo, sino ya mil años antes, que semejante asimilación y absorción como sucede frecuente y libremente entre los pueblos arios, es imposible para los judíos. Herzl adquirió para su causa con sus proposiciones no sólo la parte del carácter de su propio pueblo, sino que encontró también aplausos entre los círculos no judíos. El reconocimiento franco y alegre del judaísmo formó un contraste aliviador con las mentidas protestas de los judíos liberales que se hacen pasar por alemanes, franceses o ingleses, encontrándose, sin embargo, extraños frente a los pueblos que los albergan, sospechaban entonces sólo unos pocos judíos, que el Estado judío no es el objeto final de la codicia judaica, sino que debe servir como medio para lograr el dominio mundial prometido por sus profetas, desde hace miles de años. El nuevo reino de Sión debe recibir la parte sobrante de judíos pobres, especialmente de Rusia, para que éstos no sigan siendo por más tiempo una carga para las comunidades judías; pero por encima de esto el Estado judío debe constituir más tarde el patrimonio del amo del mundo (!). El mundo exterior se dejó engañar con el ardid de guerra sionista; sólo los informes de las sesiones de los sabios de Sión entregaron la llave para el plan de guerra de los dirigentes judíos.

El gobierno de Rusia jamás confiaba de las protestas de los sionistas. Ella conocía los caminos sangrientos que usaba el judaísmo desde hace siglos. Ella sabía quién había instigado los asesinatos de sus subordinados y de sus grandes dignatarios, sabía también que los judíos y los masones seguían urdiendo su plan de derribar todos los tronos y altares, llevado a la realidad en el siglo XVIII. Como en los diarios se publicó en el otoño de 1897 que querían llevar los sionistas a efecto una reunión en Basilea, a fin de deliberar sobre la fundación de un Estado judío en Palestina, el gobierno envió para allá a un espía, como nos fue participado por un ruso, que ocupaba por muchos años un alto puesto en un ministerio de Petersburgo. Este hombre sobornó a un judío que gozaba de la confianza en la dirección superior de los masones y que recibió al final de las deliberaciones el encargo de llevar los informes de las sesiones secretas, las que, naturalmente, no vieron la publicidad, a Frankfurt a M., donde la logia judía con el sugestivo nombre de "Zur Aufgehenden Morgenroete" ("Aurora Naciente"), fundada el 16 de agosto de 1807, mantiene relaciones desde hace un siglo con el Gran Oriente de Francia. Este viaje representaba una preciosa oportunidad para la proyectada traición. El enviado se alojó en un pequeño pueblo del trayecto, donde lo esperaba un ruso con una banda de escribientes; estos hicieron las copias durante la noche. Por eso, posiblemente, los informes de de las sesiones no estén completos; los hombres copiaron tanto como es posible hacerlo en una noche. El original está escrito en francés.

Se han entregado copias a diversas personas de confianza en Rusia, entre ellos también el sabio Sergey Nilus, quien hizo una traducción al ruso en diciembre de 1901. Nilus no es un pseudónimo; el que lleva este nombre es un hombre de unos 70 años de edad, y goza en Rusia de un alto prestigio y consideración como un sabio concienzudo y como un hombre muy creyente de pensamientos distinguidos. El último año vivía en Ukrania (Nota de nosotros: esto se escribía antes de la guerra y poco antes de la muerte de Nilus).

La primera edición de "Los Informes de las Sesiones de los Sabios de Sión" apareció en el año 1902. A ella le siguieron dos ediciones. La primera edición, de Nilus, se publicó en la segunda emisión de su libro "Lo Grande en lo Pequeño y el Anticristo en la Posibilidad Inminente de Gobierno". Probablemente se hizo la impresión en el famoso convento de San Sergio, cerca de Moscú.

El mismo año apareció en Petersburgo otra edición con el título "La Raíz de Nuestro Males" sin el nombre del editor. Esta obra está en nuestro poder.

El año de 1907 siguió una tercera edición del conocido campeón ruso G. Butmi, con le título "Los Enemigos del Género Humano". Este libro fue impreso en la institución de los sordomudos de Petersburgo y lleva sólo la observación: 4ta Edición. También ésta se encuentra en nuestras manos. G. Butmi, junto con su hermano A. L. Butmi, publicó además otros escritos contra los judíos y los masones, que igualmente fueron impresos en la institución de sordomudos de Petersburgo. El más conocido se llama "Los Judíos en la Masonería y la Revolución", "Los Masones y la Traición a la Nación". Aparecieron en dos tomos el año 1905 y 1906, y se dedicaron a la "Asociación del Pueblo Ruso" ("Verband des Russischen Volkes"). Esta asociación luchaba antes de la guerra contra los judíos y los masones y, posiblemente esté en actividad aún hoy día.

El año 1917 Nilus hizo confeccionar en la misma imprenta una tercera edición. Los masones habían derribado, el 28 de febrero, al Zar, con ayuda de sus hermanos de logias ingleses y franceses y entregaron la dirección del gobierno al H. príncipe Lwow. El 2 ó 3 de marzo debía entregarse el libro de Nilus a las librerías. Ya estaba en el carro del ferrocarril cuando una pandilla de hombres armados asalta la estación, abre el carro, bota toda la edición a la calle, donde la quemaron. En cuanto se cobirtió en ceniza la última hoja, se retiró la banda sin cometer robos en la mercadería.

Todas las ediciones anteriores de este libro desaparecieron pocos días después de llegar a las librerías. Cuando llegó al poder el judío Kerensky, hizo buscar en todas las librerías de Moscú y Petersburgo los "Informes de las Sesiones de los Sabios de Sión", confiscando todos los ejemplares que encontraban sus hombres. Ya antes de la revolución en Rusia, costaba el libro 30 a 40 rublos; desde la revolución es pagada con 500 a 600 rublos. Nuestros hombres serios y de valer en Rusia no tienen ningún conocimiento de que alguna vez hayan tratado los judíos o masones de poner en duda la autenticidad de los informes. Ellos han creído proceder mejor según sus costumbres experimentadas de aminorar el peligro por medio del silencio, la compra y destrucción de los libros.

Muchos rusos, que ocupaban antes de la revolución en Rusia puestos de expectación, están convencidos que la demostración de los trabajadores el 21 de enero de 1905, bajo la dirección del judío Gapon disfrazado de Pope, debe considerarse como preludio para la caída del Zar Nicolás II, así como tienen relación de causales estas revelaciones con el asesinato del gran duque Segius, llevada a efecto el 17 de febrero de 1905 en el Kreml en Moscú. Ellos dijeron que la primera edición de 1902 del libro, posiblemente, habría sido comprada inmediatamente por los judíos, perdiendo por esto su efecto.

En la edición de 1911 informa Nilus que aquella persona a quien le debe la copia en francés, la recibió de una mujer, la que se la sustrajo en un pueblo francés a un masón del grado 33 del rito escocés, para hacerle un servicio a su patria. Pero nosotros consideramos exactas las indicaciones de nuestra persona de confianza; la historia del robo puede haber sido inventada para despistar la huella del traidor.

Nilus escribe que desde 1901 hasta 1905 hizo todo lo posible para poner sobre aviso a los círculos dirigentes de Rusia por la tempestad que les amenazaba. Él tuvo en su patria la misma experiencia que nosotros en la nuestra. También en Newa los hombres dirigentes no han querido ver ni oír. Toda advertencia la miraban como llamados de sapo de los ignorantes; estaban ellos pues, en la idea de haber arrendado ellos solos el arte de gobernar (!) Quién sabe hasta dónde han tenido que fomentar, como los masones, los empleados públicos de responsabilidad las conspiraciones en los distintos países, o cuántos se han dejado sobornar por los contrarios.
Los informes podrían aparecer, según Nilus, en una lectura superficial, como lo que llamamos en la vida ordinaria frases cualesquiera. Pero estos modos de hablar, como lo subraya Nilus, son expuestos con una rudeza y un odio tal que sobrepasa las medidas acostumbradas, dándole un colorido especial a los informes. El antiguo odio de la raza y de creencias, arraigado, irreconciliable y por largo tiempo retenido, surge de cada línea con todo su ardor.
Oportunamente se expresan con tanta franqueza la rabia y la venganza, que se alcanza a ver la confianza de los judíos en la pronta realización de sus anhelos.

Nilus escribe además que con aparente derecho se le podría hacer reproche de haber publicado un manuscrito no auténtico; que también sería deseable conocer el nombre de las personas que están a la cabeza de la conspiración mundial y que mantienen en sus manos sus hilos sangrientos; pero que este secreto posiblemente quedará oculto hasta que los mismos hijos del desastre lo den a conocer en la primera ebriedad de victoria.

El no judío conocedor puede encontrar, según la opinión de Nilus, una cantidad de pruebas en la vida diaria, como también acontecimientos que aparecen uno tras otro en su patria o en otros países. El que es capaz de pensar con lógica, se convencerá pronto de la autenticidad de los informes.

Todo lo que aconteció desde la escritura de Nilus: la guerra mundial misma y el derribamiento de los tronos de Rusia, Austria-Hungría y Alemania, el caos anhelado por los masones, del cual debe desarrollarse la Asociación del Género Humano, bajo la dirección judío-masónica, proyectada desde hace más de doscientos años, está hoy día tan claro que nos parece que no habrá necesidad de dar los fundamentos por qué hemos hecho traducir e imprimir "Los Informes de las Sesiones de los Sabios de Sión". Nosotros abrigamos la esperanza de que con su aplicación se despertará y se fomentará de tal manera la comprensión de los peligros de la masonería y del judaísmo, que se tomarán medidas contrarrestantes antes de que se destruya por entero la cultura mundial.

En los informes se usa a menudo la palabra "góyim"; en el singular, "goi", en el plural "góyim" cuando se trata de hombres, "goya", "góyorth" o "goyos", tratándose de mujeres y significa, en su origen, "pueblo impío". Los judíos hablaban más tarde de Góyim Nózeri: estos son "impíos" nazarenos o cristianos. Otra diferencia había entre Góyim y Ummin; según esto, los Góyim son pueblos que habían subyugado a Israel, en cambio, Ummin son los pueblos que no eran culpables de este crimen.
*