jueves, 12 de febrero de 2009

PROTOCOLO XX

"El programa financiero. - El impuesto progresivo.- Percepción progresiva por sellos o estampillas.- Depósito de papeles, valores y estancamiento del dinero. - Inspección.- Abolición de la representación.- Estancamiento de capitales.- Emisión de dinero.- El cambio del oro.- El cambio del costo del trabajo o de jornal.- Los presupuestos.- Los empréstitos del Estado.- La serie de papel a uno por ciento de interés.- Los papeles industriales.- Los gobernantes de los Gentiles.- Los favoritos.- Los agentes de los Franc-Masones."


Hablaremos hoy del programa financiero, que he reservado para final de mi informe como el punto más difícil, culminante y decisivo de nuestros planes. Al tratar este punto, os recordaré lo que ya se dijo en otra ocasión: que el conjunto de nuestros actos se resuelve por una cuestión de cifras. Llegado el tiempo de nuestra dominación, nuestro gobierno, por su propia seguridad y conservación, evitará a toda costa sobrecargar a las masas populares con impuestos y no olvidará que su papel es el de padre y protector del pueblo. Pero, como la organización de un gobierno tiene un costo elevado, es necesario encontrar los medios adecuados para sostenerlo. Para esto es preciso ir buscando con todo cuidado el equilibrio financiero. En nuestro gobierno el rey tendrá el goce aparente de la propiedad legal de todo cuanto hay en su Estado (lo que es fácil ejecutar) y podrá, por lo tanto, recurrir a la confiscación de cualquier suma de dinero que juzgue necesaria para regularizar la circulación de moneda en su Estado. Por donde se ve que las contribuciones deberán consistir principalmente en un impuesto progresivo sobre la propiedad. De esta suerte, los impuestos serán aumentados sin molestia y sin arruinar, en una proporción de tanto por ciento en relación a la propiedad, y a lo que cada cual posea.

Los ricos tendrán que comprender que su deber es poner a la disposición del Estado una parte de sus sobrantes, ya que él les da garantías y seguridades sobre el resto y el derecho de una ganancia honesta, y digo ganancia honesta, porque el control de la propiedad suprimirá todo robo legal. Esta reforma social debe venir de arriba y su tiempo ha llegado ya, pues se necesita como garantía de paz.

La contribución que se exige a un pobre diablo es una semilla de revolución y es perjudicial para el Estado que pierde un provecho de consideración por ir en pos de ruines ingresos y beneficios. Sin tener esto en cuenta, todavía hay algo más: el impuesto a los capitalistas disminuirá el acrecentamiento de riquezas en manos de particulares, en las que han estado concentradas actualmente por nosotros, para contrarrestar la fuerza de los gobiernos de los Gentiles, a saber, las finanzas del Estado. Un impuesto progresivo producirá una renta mejor que el impuesto proporcional de la actualidad, que no nos sirve sino para provocar agitaciones y descontento entre los pueblos Gentiles. La fuerza que debe servir de base a nuestro rey ha de ser el equilibrio y estabilidad de la paz.

Es necesario que los capitalistas sacrifiquen una pequeña parte de sus rentas para asegurar el funcionamiento de la máquina del gobierno. Las necesidades del Estado, ellos son los que deben cubrirlas, pues sus riquezas les permiten hacerlo sin grave molestia. Esta medida destruirá el odio del pobre contra el rico, en el que aquél verá una fuerza financiera Útil al Estado, sostén de la paz y prosperidad, porque no podrá menos de ver que es el rico el que sufraga los gastos necesarios para obtener estos bienes. Para que los contribuyentes de la clase pensante no reciban mayor disgusto por estos impuestos, se les dará cuenta del destino de esas sumas, exceptuando las que se distribuyan para las necesidades del trono y de las instituciones administrativas. La persona reinante no tendrá propiedad personal, puesto que todo lo que es del reino es de él, y habría una contradicción entre una y otra cosa: los recursos personales anularían el derecho de propiedad sobre las posesiones de todos. Los parientes de la persona real, excepto sus herederos, a quienes sostendrá el Estado, deben colocarse como servidores del mismo o trabajar para adquirir el derecho de propiedad: el privilegio de pertenecer a la familia real no debe servirles de pretexto para saquear el Tesoro público.

La adquisición de una propiedad, la aceptación de una herencia, serán gravadas con un derecho progresivo de sellos o estampillas. La transmisión de una propiedad en dinero o de otra manera no declarada necesariamente nominal, será afectada de un impuesto de tanto por ciento, a cargo del anterior propietario desde el día de la transmisión hasta el día en que el fraude sea descubierto. Los títulos de traslación de dominio deberán ser presentados cada semana al fisco del lugar donde radique la propiedad, con la designación del nombre y apellidos de la familia y de los domicilios del nuevo y antiguo propietario. Este registro no se exigirá sino cuando se trate de excedentes de una determinada cantidad: los gastos ordinarios de compraventa de artículos necesarios, no serán gravados más que con un derecho mínimo por cada unidad.

¡Calculad cuánto sobrepasarán los productos de estas impuestos a las actuales rentas de los estados Gentiles!. La caja de fondo del Estado deberá guardar cierto capital de reserva, y todo el sobrante de este capital deberá ser puesto en circulación. Con las reservas se organizarán trabajos públicos. Como éstos son pagados de los recursos del Estado, de allí provendrá que la clase obrera se sentirá fuertemente adherida a los intereses del Estado y a las personas reinantes. Una parte de esas reservas también se destinará al pago de primas por inventos y producción de artículos. Entonces, sobre esas cantidades fijadas y determinadas, ya no es necesario guardar una sola moneda en las cajas del Estado, pues el dinero se ha hecho para circular y todo estancamiento de dinero repercute en forma perjudicial sobre el funcionamiento del mecanismo del Estado; la falta de lubricación puede entorpecer la marcha normal de ese mecanismo. La situación de una parte del dinero en valores en papel ha producido justamente tal estancamiento. Las consecuencias de este hecho se han dejado sentir bastante.

Tendremos también un tribunal de cuentas, en el que el gobierno, en cualquier tiempo, tendrá a su disposición el estado detallado de los ingresos y pagos de la nación, excepto el correspondiente al mes en curso no terminado y el del mes precedente, no expedido aún. El único individuo que no tiene interés en saquear las cajas del Estado es su dueño, el gobernante. Por esto su control hará imposibles las pérdidas, las filtraciones y los desfalcos. La representación que roba un tiempo precioso a los gobernantes en recepciones y otros actos que exige la etiqueta, será suprimida, para que tenga tiempo para otros asuntos a fin de reflexionar sobre ellos y dominarlos. Su poder no quedará a merced de los favoritos que rodean el trono para darle mayor pompa y esplendor, pero que atienden más a sus propios intereses que a los del Estado. Las crisis económicas entre los Gentiles han sido promovidas por nosotros con el único fin de retirar la moneda de la circulación. Capitales enormes quedaban estancados sustrayendo la plata y el oro de los Estados, que se veían obligados a dirigirse a estos mismos que sustraían esos capitales para obtener oro y plata. Estos empréstitos gravaban las finanzas de las naciones por el pago de los intereses, los que esclavizaban al capital.

La concentración de la industria en manos de los capitalistas que han dado muerte a la pequeña industria ha absorbido todas las fuerzas del pueblo y al mismo tiempo las del Estado. La emisión de moneda actualmente no está en general en proporción con el consumo por cabeza, y no puede, por lo mismo, satisfacer todas las necesidades de los obreros. La emisión de moneda debe estar en relación con el aumento de población, y es necesario que se tome en consideración a los niños, que consumen y cuestan desde que nacen.

La revisión de la acuñación de moneda es una cuestión esencial para el mundo entero. Vosotros sabéis que el patrón oro fue perjudicial para los Estados que lo adoptaron, pues éste no puede dar abasto al consumo o gasto de moneda de plata, mucho menos, cuando nosotros retiramos de la circulación la mayor cantidad posible de oro. Debemos introducir una moneda creada sobre el trabajo, que sea de papel o de madera. Haremos una emisión de plata de acuerdo con las necesidades normales de cada individuo, aumentando esta cantidad a cada nacimiento y disminuyéndola a cada defunción. Todo departamento, todo distrito llevará sus cuentas con este objeto. Y para que no haya demoras en este envío de moneda argentífera para las necesidades del Estado, las cantidades y la fecha de su remisión deberán fijarse por medio de un decreto del gobierno, con lo que quedará anulada la protección del Ministerio de Hacienda, que no podrá favorecer a una región con perjuicio de otras.

Estas reformas que proyectamos, las presentaremos de manera que no provoquen alarma. Demostraremos la necesidad que hay de ellas como consecuencia del fango en que han caído los desórdenes de los Gentiles en materia hacendaria. El primer desorden, diremos, consiste en que empiezan por establecer un simple presupuesto que va aumentando año por año; por esta sencilla razón se formula el presupuesto hasta la mitad del año; después se pide un presupuesto reformado que en tres meses es derrochado y todo acaba con un presupuesto de liquidación, y como el presupuesto del año siguiente es votado con arreglo al total del presupuesto general, y el déficit normal anual es de 50 por 100, el presupuesto anual se triplica cada diez años. Merced a estos procedimientos aceptados por la inconsciencia de los Estados Gentiles, sus cajas se encuentran siempre vacías. Los empréstitos subsiguientes devoran el resto y llevan esos gobiernos a la bancarrota. Todo empréstito demuestra la debilidad del Estado y la incomprensión de sus derechos. Los empréstitos, como la espada de Damocles, están amenazando sobre la cabeza de los gobiernos, que en vez de tomar los que son únicamente necesarios de entre sus propios súbditos, mediante un impuesto provisional, acuden como mendigos con la mano extendida a implorar limosna a nuestros banqueros. Los empréstitos exteriores son las sanguijuelas que nunca pueden ya despegarse del cuerpo del Estado y que están chupando, si no caen por sí solas o si el Estado no las arroja radicalmente. Pero los Estados Gentiles, lejos de arrancárselas, siguen aplicándoselas, aunque tengan que perecer a consecuencia de estas sangrías voluntarias. En realidad, ¿qué es por otra parte lo que representa un empréstito, especialmente si éste es exterior? El empréstito es la emisión de letras de cambio del gobierno conteniendo una obligación a cierto interés proporcional al monto del capital por el que se hace el empréstito. Si el empréstito está tasado al 50 por 100, en veinte años el Estado ha pagado sin utilidad ninguna un interés igual al empréstito; en cuarenta años, una suma doble; a los setenta, una triple, y la deuda queda siempre sin amortizar. Por aquí se verá que bajo la forma de un empréstito individual, el Estado toma hasta los últimos céntimos del pobre, invirtiéndolos en pagar a los ricos extranjeros de los que ha tomado prestado el dinero, en vez de ir acumulando sus riquezas para sus necesidades, sin pagar intereses. Si los empréstitos son interiores, los Gentiles no hacen otra cosa que traspasar el dinero de la bolsa del pobre a la caja de los ricos. Pero una vez que nosotros nos hemos ganado a las personas que nos eran necesarias para hacer que los emprésitos se traspasaran al exterior, todas las riquezas de los Estados pasaron a nuestras capas y todos los Gentiles quedaron reducidos a pagarnos este tributo de vasallaje. Si la ligereza de los gobernantes Gentiles, en lo relativo a los negocios de Estado, si la corrupción de los ministros, o la ignorancia en materia hacendaria de otros gobiernos han abrumado a sus pueblos de deudas que no pueden reembolsar a nuestras cajas, debéis saber que esto también nos ha costado mucho dinero y grandes esfuerzos...

Nosotros no permitiremos el estancamiento de la moneda, y así no habrá obligaciones sobre el Estado a excepción de una serie de obligaciones al 1 por 100, a fin de que el pago de intereses no entregue el poder del Estado a las sanguijuelas que lo chupan. El derecho de emisión de valores quedará reservado exclusivamente a las compañías industriales que pagarán sin dificultad los intereses con sus utilidades; mientras que el Estado no saca ningún provecho del dinero que se le presta, aunque el préstamo sea para gastar y no para hacer inversión alguna con él. Los papeles industriales serán comprados por el mismo gobierno, transformándose así de recaudador de impuestos en prestamista por cálculo. Esta providencia hará cesar el estancamiento del dinero, el parasitismo y la prensa que nos eran útiles, mientras los Gentiles eran independientes; pero que no son deseables una vez establecido nuestro gobierno.

¡Es evidente qué escasos de reflexión son los cerebros puramente animales de los Gentiles! Nos tomaban empréstitos con interés, sin reflexionar que debieran haber tomado ese dinero, aun con mayor interés, de las cajas de sus Estados para pagarnos a nosotros. ¿Qué cosa había más fácil que tomar el dinero que necesitaban de sus contribuyentes? Esto demuestra la absoluta superioridad de nuestra inteligencia que supo presentarles el negocio de los empréstitos bajo el aspecto de que eran ventajosos para ellos. Los cálculos que nosotros presentamos, esclarecidos a su tiempo con la enseñanza de la experiencia de muchos siglos, que los estados Gentiles nos han dado en la materia, se distinguirán por su claridad y certeza, y demostrarán a todos hasta la evidencia la utilidad de nuestras reformas e innovaciones. Pondrán fin a los abusos, merced a los que hemos tenido bajo nuestro poder a los Gentiles, abusos que ya no podrán admitirse en nuestro gobierno.

Estableceremos también nuestro sistema de contabilidad, por el que ni el más insignificante funcionario podrá distraer de su objeto la más pequeña suma, sin que ello sea advertido, ni aun darle siquiera otro destino del que tiene indicado siempre en nuestro plan de acción. Es imposible gobernar sin un plan definido. Hasta los héroes, que siguen un camino determinado pero sin ciertas reservas, al fin perecen en él. Los gobernantes Gentiles, a los que en otras ocasiones hemos aconsejado que se distrajeran de los negocios de Estado, por medio de las recepciones diplomáticas y de etiqueta y demás diversiones, no eran más que biombos y pantallas tras de los cuales actuaba nuestro gobierno. Los informes de los favoritos que los reemplazaban en el despacho de los negocios les eran suministrados por nuestros agentes y dejaban siempre satisfechas sus obtusas inteligencias con las promesas para el porvenir de economías y mejoramientos. Pero ,economías ¿de qué?, ¿de nuevos empréstitos?. Esto hubieran podido preguntar y no lo preguntaban a aquellos que leían nuestras cuentas y nuestros proyectos. Bien sabéis hasta dónde los ha conducido semejante apatía y a qué desbarajuste económico han llegado, a cambio de la admirable actividad de sus pueblos.