jueves, 12 de febrero de 2009

PROTOCOLO XXI

Los empréstitos interiores.- .El pasivo y los impuestos.- Las conversiones.- Cajas de ahorro y la renta.- Impresión de la Bolsa de valores públicos.- Tasación de valores industriales.


Agregaremos a lo que tratamos en la reunión precedente una explicación detallada de los empréstitos interiores. Sobre el empréstito interior nada nos queda por decir, sino que ellos llenaron nuestras arcas con el dinero de las naciones cristianas; pero para nuestro gobierno ya no habrá ningún extranjero, supuesto que todo el mundo será nuestro dominio, y por lo tanto, nada habrá que sea extraño a nuestro gobierno.

La corrupción de los administradores y la desidia de los gobernantes las hemos aprovechado para recibir sumas dobles, triples y aun mayores, prestando a los gobiernos Gentiles más de lo que sus Estados necesitan. ¿Quién podría decir cosa igual respecto de nosotros? Por esto voy a exponer detalladamente el punto relativo a los empréstitos interiores.

Cuando se lanza un empréstito, los Estados abren una suscripción para la compra de las obligaciones o bonos del mismo. Para que estas obligaciones estén al alcance de todas las fortunas, se emiten cupones de 100 a 1.000 monedas; al mismo tiempo se hace una rebaja a los primeros suscriptores. Al día siguiente hay un alza de precio artificial, motivada, según dicen, por el exceso de demanda de los bonos, pues todo el mundo se echa a buscarlos. Pocos días después se corre la voz de que las cajas del tesoro están atestadas de dinero y no se sabe ya dónde guardarlo (¿por qué, pues, seguir tomándolo?). La suscripción excede muchas veces la emisión del empréstito: ¡tan grande es la confianza que hay en las letras de cambio del gobierno! Pero cuando la comedia ha terminado, nos encontramos delante de un pasivo que acaba de contraerse, pasivo demasiado gravoso.

Para el pago de los intereses es necesario recurrir a nuevos empréstitos que no absorben sino que aumentan la deuda principal. Una vez agotado el crédito, se necesita recurrir a nuevos impuestos, y éstos sirven no para cubrir el empréstito, es decir la deuda contraída, sino sólo para pagar los intereses del mismo. Resultando que estos impuestos son un pasivo empleado en cubrir el pasivo anterior...

Viene después el tiempo de las conversiones que disminuyen solamente el pago de (o mejor dicho el monto) los intereses, pero sin amortizar la deuda, conversiones que, además, no pueden hacerse sin el consentimiento de los que cubrieron el empréstito, o sea los prestamistas. Al anunciarse una conversión, se ofrece devolver el dinero a los que no estén dispuestos a aceptarla. Si todos expresan su deseo de recobrar su dinero, el gobierno queda preso en sus propias redes y se encuentra imposibilitado de cumplir su oferta.

Afortunadamente, los súbditos de los gobiernos Gentiles, poco versados en negocios financieros, siempre han optado por sufrir la pérdida consiguiente a la baja de interés mejor que correr el riesgo de nuevas inversiones de su dinero, con lo que muchas veces han dado a los gobiernos las facilidades necesarias para poder descargarse de un pasivo de muchos millones.
En la actualidad, con las deudas exteriores, los Gentiles no piensan en hacer nada semejante, sabiendo, como saben, que nosotros exigiremos todo nuestro dinero. Así una bancarrota manifiesta demostrará a las naciones la falta absoluta de unión entre los intereses de los pueblos y los gobiernos.

Reclamo toda vuestra atención sobre este hecho y los que a continuación mencionaré. Hoy todos los empréstitos interiores están consolidados por las deudas llamadas flotantes, esto es, por deudas cuyo pago es más o menos cercano. Estas deudas están constituidas por el dinero colocado en las cajas de ahorro y en las cajas de reserva. Como estos fondos quedan por largo tiempo en manos de los gobiernos, se evaporan en el pago de intereses de los empréstitos exteriores, y en su lugar entra en las cajas una suma equivalente de depósito de la renta. Estos últimos son los que tapan los agujeros de las cajas del Estado entre los Gentiles. Cuando nosotros lleguemos al poder, ocupando el trono del mundo, todos estos agujeros en la hacienda y las finanzas quedarán cubiertos, sin que quede de ellos ni el recuerdo, pues no es cosa que convenga a nuestros intereses; suprimiremos igualmente las Bolsas de Fondos Públicos, pues no consentiremos que el prestigio de nuestro poder se resienta por la fluctuación de precios de nuestros valores. Estos serán declarados por ley al precio de su valor completo sin fluctuación posible (el alza trae consigo la baja y así es como desde el principio de nuestra campaña hemos jugado nosotros con los valores de los Gentiles).

Sustituiremos las Bolsas por grandes establecimientos de crédito especial cuyo objeto será tasar o cotizar los valores industriales según las miras del gobierno. Estos establecimientos estarán en condiciones de lanzar sobre el mercado quinientos millones de valores industriales por día. De esta manera todas las empresas industriales quedarán bajo nuestra dependencia. ¡Ya podéis imaginar el poder que conquistaremos por este medio!.

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